OPINIÓN

PATADAS BAJO LA MESA

Moisés Ocampo Román

Hay tradiciones muy valiosas que se tienen que llevar a cabo tal como siempre han sido; como la danza y la música, o también hay protocolos necesarios, pero hay otros tan obsoletos como una reproductora Beta.

Hace unos días fui padrino de Angélica Guadalupe, hija de mi ahora compadre Miguel Ángel Garduño Román. Tenía mucho tiempo que no era padrino de alguien, por lo tanto también tenía mucho tiempo que no iba a una clausura, y pensé que habían cambiando, y lo único que me di cuenta es que ahora empiezan puntuales, y nada más.

Resulta para empezar que fue muy limitado el acceso, y con sillas numeradas para que se rompiera la tradición de apartar las sillas para otros. Eso también me pareció muy bien. Había dos conductores del programa, dos maestros de esa institución, quienes cada vez que presentaban un número del programa o presentaban a alguien del presídium salían con una frase célebre de esas “levanta pendejos”, de las de cornejo o Cuauhtémoc Sánchez, y así el tiempo trascurrió y duró dos horas el concierto de consejos a los niños que terminaron sus estudios primarios, y mis nalgas muy entumidas. Dicen que lo que aguantan tus nalgas, eso aguanta tu cerebro.

Para eso los niños ya estaban desesperados, ni caso le hacían al “profe” que dijo: “si tienes dos tigres, y uno de ellos tiene envidia, coraje, flojera, etc. etc. Y el otro tigre tiene disciplina, amor, amistad, respeto hacia los demás, etc., etc., ¿cuál alimentarias?”- hizo una pausa, mientras todos poníamos caras ¿de cuál sería?-, el segundo tigre”, terminó diciendo el profesor con cara de que había dado el mejor consejo, que ninguno de ellos escuchó. Ellos ya querían sus regalos y despedirse de sus amigos, no para estar oyendo consejos trillados… Pinche cultura mexicana! Digo, ¿qué chingados nos importa eso? No vuelvo ser padrino, o mejor: no vuelvo a ir a una clausura de fin de cursos.