LECTURA POLÍTICA

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Chavarría: negociación política desde la tumba

Noé Mondragón Norato

 

Desde su tumba, Armando Chavarría Barrera, calentó el ring político. Y es previsible que lo siga haciendo en los próximos años y con cada aniversario luctuoso. Es la dinámica de los crímenes políticos en Guerrero: politizar las muertes de personajes prominentes o eventos sangrientos, y obtener un beneficio político permanente de esos infortunados decesos. Ocurre igual con los 17 campesinos ejecutados en el vado de Aguas Blancas el 28 de junio de 1995. O la matanza de El Charco en el municipio de Ayutla del 7 de junio de 1997. Detrás de la demanda de justicia se esconde la presión política para obtener una nueva prerrogativa, pese a que ya pasaron 19 años del primer suceso. Y 17 del segundo. De lo anterior surge la hipótesis: ¿Acaso no sería más rentable para los distintos gobiernos hacer investigaciones serias y llevar a la cárcel a los auténticos culpables antes que aguantar presiones reiteradas, ceder grandes cantidades de dinero cada año y cargar con los estigmas de las sospechas, las complicidades y la impunidad? Se lee desde muy distintas formas.

EL CRIMEN COMO NEGOCIO POLÍTICO.- Por la intrincada red de intereses que rodean a los crímenes políticos, difícilmente se puede llegar a los verdaderos culpables de los mismos. Y es ahí cuando aparece el clásico “chivo expiatorio” que se encarga de vender eficacia por parte de los aparatos de justicia. Pero sobre todo, alejar las sospechas de los responsables intelectuales. A diferencia de los homicidios comunes que terminan archivados en las frías gavetas de las Procuradurías estatales, los crímenes de los políticos se politizan. Adquieren matices diferentes. Un trato especial derivado de la propia investidura del personaje inmolado. Los surcos políticos que dejó sembrados. Las costosas y millonarias negociaciones labradas al amparo de la oscuridad. Su propia jerarquía dentro de la rueda del poder. Así como ocurre hoy: A) La demanda de justicia en relación al asesinato de Armando Chavarría, obtuvo como saldo un beneficiario político imposible de ocultarse: el actual desempleado político, David Jiménez Rumbo. Es innegable que, tras el violento deceso de Chavarría, el personaje encargado de recoger la mayoría del capital político acumulado por este último, fue precisamente el ex senador perredista. A fin de construir y moldear su propio cacicazgo político, dejó fuera del reparto del poder a la familia de extinto político perredista. Y comenzó a señalar al ex gobernador Zeferino Torreblanca, como el autor intelectual de ese crimen. A raíz de que algunas filtraciones periodísticas señalaron de nuevo al ex mandatario estatal perredista, Jiménez Rumbo se asumió como el oráculo político. Pero es obvio que seguirá explotando el caso Chavarría, con evidentes sesgos políticos que le ayuden a ensanchar sus campos de poder. B) Como este suceso ocurrió en un sexenio gobernado por un perredista, el PRD como partido guarda silencio. Evalúa que eventos de este tipo, sacuden y dañan su credibilidad como partido de izquierda. Pero aunque quiera, no escapa de esta vorágine el ex gobernador Zeferino Torreblanca. Está en el centro de los reflectores públicos. Sin embargo, será casi imposible que se le observe tras las rejas. El señalamiento en su contra por su presumible autoría intelectual en el homicidio de Armando Chavarría, entró ya en la inevitable vertiente de la negociación política. Es aquí justamente, cuando el grupo zeferinista debe cerrar filas. Incluido el senador y aspirante a gobernador por el PRD, Armando Ríos Piter, quien hasta hoy se ha negado a fijar postura en relación a los señalamientos sobre su ex jefe político. Lo que sí está claro es la configuración de una situación embarazosa: el hecho de que Zeferino quede libre de toda sospecha y culpa, implica costos políticos muy altos que debe pagar. Incluso, soltar otro tipo de revelaciones que se instalarían en la senda de incrementar la espiral del escándalo público. Pero lo haría con tal de salvarse. Así, es real que Chavarría está dando su batalla política final desde la tumba. Con la única diferencia de que los beneficiarios políticos son otros. Y sus adversarios, los de siempre. Pero su crimen, en sintonía con la misma actividad que desempeñó, se resuelve mediante la negociación del poder. El crimen político ya se sitúa ahí. No hay forma de eludirlo.

HOJEADAS DE PÁGINAS…Trasciende que durante el segundo informe de labores del edil priísta capitalino, Mario Moreno Arcos, éste marcará su distancia política respecto de otros personajes que ya se mueven y hacen ruido, con la mira puesta en obtener la candidatura priísta a gobernador. Al parecer, el tejido político de Mario tiene como objetivo principal, lograr la presencia de grandes personajes de las ligas mayores del PRI. Y será también, una forma de mostrar el músculo a quienes aspiran a repetir como candidatos a gobernador por ese partido.

 

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