“EL CUENTO”

“EL CUENTO”

Por: Carmelo Corripio Pineda “El Búho”

 

Salí de mi guarida, un despacho de provincia. Era de mañana; un verano de continuas lluvias, nuboso y estimulante. El trayecto sería una sucesión de paisajes, la distancia a Huitzuco rejuvenecería las emociones  -pensé -. La corriente del río, su oleaje rocoso y el ruido de su caudal, te remonta al pasado; saliendo de Iguala en la explanada de Atetetla, al norte, avizoras la cascada. Su caída es tan elevada, que pareciera que nace de las nubes o del otro lado de la montaña. Cuando tomé el taxi y acordamos el precio, me acomodé para disfrutar el trayecto. El guía tomó el volante y la palabra, sin preguntarle me contó su vida y la de su familia. Sus revelaciones me hicieron pensar en muchas cosas. Poco a poco me introdujo en su historia, interesante como la de cada ser. Por eso el cuento es superior, su mezcla de contenido y fantasía te transporta a un lugar irreal. Me contó que su papá murió este diciembre del 2013, en Guanajuato, Gto.  a la edad de 135 años y que la viuda apenas cumplía 20, que la conoció en la fiesta de sus 15 años, la enamoró y la chica huyó con él, quien ya contaba con 130 años de vida -sus disparos ya no le alcanzaron para tener hijos-. Voltee la mirada a un lado, la sucesión de pistaches sembrados a orillas del asfalto no me distrajo: -pensé, este cabrón me quiere ver la cara de pendejo–. Le dije: ¡a esa edad, si vives, sólo respiras y contemplas, sentado o acostado, no para casarte y menos con una quinceañera! “¿No me cree, verdad?”. Y paró el taxi, de la cajuela extrajo un portafolio de papeles y fotos. “¡Este es mi padre!”. La acta de nacimiento que me exhibió estaba amarilla, quebradiza y deshaciéndose, apenas se podía ver su nombre: Aurelio García Robles, Marzo 1879, Guanajuato, Guanajuato; barajó las fotos, increíble, bailaba el vals con Cristina Flores Ramos, el día del enlace, eran visibles las diferencias de edades, un poster ridículo, pero había una coincidencia innegable, se miraban a los ojos, radiantes, todavía más, en una foto cuando el oficial autoriza “Puede besar a la novia”, ella cierra los ojos, “El close-up” recoge la escena llena de romanticismo, reflejo de como hierve la sangre dentro de ellos.

- ¡No manches!- pensé admirado- Aurelio se casó con seis mujeres, tuvo 28 hijos, excepto a Cristina, a todas las enterró, amaso una considerable fortuna, producto de sus muchas actividades, pero en especial la escultura, tallaba piedra, mármol, jade, modelaba ónix, etc.

Cuando él muere, Aurelio García Robles, era una celebridad, no solo por su edad como uno de los más viejos del mundo, sino por su vida rica en acontecimientos, en una entrevista con la televisión declaro: “Los continuos sueños fueron mi guía para el desenvolvimiento y desarrollo- la voz ordenaba y yo cumplía- me decía: especialízate en pintura, escultura y comercio, aprende el peritaje en piedras preciosas, te daré tiempo para lograrlo.

A su muerte la avalancha del radio, la televisión, las editoras, la prensa cercan a Cristina, su joven viuda, las primicias, las anécdotas, los secretos de alcoba, su vida en común son altamente valuadas y pagadas; por lo pronto el despliegue inusitado de su persona, todos coinciden: “Bellísima, es un ángel, de atracción irresistible: alta, blanca y sin peso, y en el fondo de ella gravita como sedimento, una promesa de placer y un bienestar como compañía”- “Dios Mío” – decían algunos: “Belleza, sexo y compañía, es la esposa perfecta”- Pero una abrumadora mayoría, hombres y mujeres decían: que Cristina estaba loca, ¡vendió su alma al diablo!, estar con un tosigoso y gargajiento de 130 años, escuchar su agonía al dormir, y ver a cada momento a un pergamino o momia, casi inhumano, que no oye ni ve, con paso titubeante, ¡No es posible!”- decían la inmensa mayoría.

En cadena televisoras, radio e internet, transmitieron la entrevista, se dice que la mitad de la humanidad la escucho.

Entrevistador:-¿Cuántos años tiene usted?

Cristina: - 20 años.

-¿Estado civil?

- Viuda

- ¿Nombre de su finado esposo y edad?

- Aurelio García Robles, a su muerte ya había cumplido 135 años, exhibo acta de su nacimiento.

- ¿Se casó enamorada?

- Me enamore de él cuando tenía 13 años, la copiosa información sobre Aurelio despertó mi interés, yo cursaba la secundaria y era común de la población hablar de él como un personaje distintivo y atrayente de Guanajuato, era alto, no se había encorvado y estaba bonito de pies a cabeza, caminaba con dinamismo y vigor como cualquier joven, además cuando bailábamos lo hacía con soltura, sus desplantes en la pista cuando nos casamos, parecía que flotaba.

- ¿A qué edad le pidió que fuera su esposa? Y si fuera posible repetir la petición de él y la respuesta de usted en aquella fecha en que se considera emblemático para el estado de Guanajuato y del país en materia social; probablemente el caso del amor sentimiento que ha penetrado en todos los ámbitos del género humano pero nunca comparado como el que unió a Aurelio y a Cristina.

- Me pidió que me casara con él en mi fiesta de XV años, seis meses atrás sosteníamos una relación de afecto que en realidad era un noviazgo; una de las razones de mi amor por el eran sus narraciones, sus cuentos, me contaba anécdotas, sucesos, hechos, fantasías que inventaba, pero lo hacía en forma tan interesante que me hizo despertar a la realidad, como era esta de tan bella, pero al mismo tiempo cruel, y que está poblada a lo largo de la vida humana; “Una noche fresca, después de la lluvia, en un centro social me dijo: cuando te conocí la belleza la tenía en mi cabeza y en mis ojos, como un concepto borroso y difuso, tuve que vivir 130 años para conocerla, la vi en ti como una cualidad superior, como la que se dota a los genios, como el I.Q. de Einstein, Napoleón o Curie, pero con un escalón más arriba, porque la belleza, la ves inmediatamente, y te esclaviza, y los genios la prueban a través del tiempo, después de la utilidad de sus creaciones: por esa dicha que tu belleza me ha enseñado como una lección que no había aprendido porque nunca se ha descrito, otorgo a ti toda mi fortuna, la que amase en estos 130 años y lo hago desde ahora para evitar conflictos domésticos y no puedan en el futuro combatir mi decisión y voluntad de disponer de lo que solo a mí me ha costado; te entrego los documentos levantados ante la fe de la autoridad correspondiente.