LECTURA POLÍTICA

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Noé Mondragón Norato

La irritante verdad de Perogrullo
De plano, le echaron montón. Lo cierto es que la afirmación del obispo de la diócesis Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, en el sentido de que la violencia en la entidad se debe a las complicidades entre autoridades y grupos delictivos, puso en aprietos no solo al titular de la Fiscalía General del Estado (FGE), Xavier Olea Peláez, sino al propio gobernador, Héctor Astudillo Flores. Por eso se entiende que ambos cerraran filas de inmediato contra el prelado. Ese apresuramiento por tapar alcantarillas anegadas de podredumbre y olores fétidos, se leyó desde distintos ángulos.
LO QUE SE VE, NO SE JUZGA.- El obispo Rangel Mendoza, puso el dedo en la llaga. Sin embargo, lo que afirmó es una verdad de Perogrullo. Y la defensa oficial al respecto, es propia de esa retórica falaz que siempre nos han vendido para justificar lo injustificable y defender lo indefendible. Hay que ir por partes: 1.- En lo que va del gobierno priísta de Héctor Astudillo, la colusión entre funcionarios y delincuentes lo dibuja grotescamente, un asunto que le está metiendo mucho ruido al PRI y a su propia administración: el asunto del diputado local por el distrito 17, Saúl Beltrán Orozco, cuyos nexos y relación de compadrazgo con Reybel Jacobo de Almonte, el líder del grupo delictivo Los Tequilerosya está comprobado. Incluso, una juez liberó orden de aprehensión por homicidio, contra dicho legislador local. Pero desde la propia estructura del poder público, le están dando muchas vueltas para quitarle el fuero constitucional y procesarlo como un ciudadano común. ¿No es un caso que provocó violencia, sobresalto y desazón en la región Tierra Caliente? 2.- Nunca en la historia política de la entidad, un alcalde había sido ejecutado por parte del crimen organizado. Pero ocurrió el pasado 23 de julio de 2016 en el estado de Michoacán. La víctima mortal de tan proditorio y condenable asesinato, fue el edil perredista de Pungarabato, Ambrosio Soto Duarte. En su momento, exhibió pruebas de las extorsiones de que era objeto. De los tres millones de pesosmensuales exigidos. Demandó protección de las autoridades. Hasta que ésta se relajó. Y entonces lo emboscaron. Pero extrañamente, no pasó nada. Tampoco inició una cacería contra el grupo delictivo que lo amenazó, como hoy se hace contra el líder de Los Tequileros. El prurito no deja lugar a la certeza: Si Soto Duarte decidió no pactar con el crimen organizado y en ello se le fue la vida, ¿Presupone lo anterior que muchos ediles sí lo hacen y por eso mantienen sus municipios en relativa calma? ¿Por qué razón el Fiscal no los investiga, en función de que es su deber hacerlo y no tarea de los ciudadanos comunes? 3.- Contrario a ello, el fiscal Olea Peláez, se indignó con la declaración del obispo Rangel Mendoza. Y demandópruebas de que la violencia en Guerrero, se debe a la complicidad entre autoridades y criminales. Como si el prelado católico hubiese sido designado como Fiscal para presentarlas. Pero hay algo peor: el gobernador dijo sobre la probable relación de la delincuencia con sus funcionarios: “Si la hubiese por supuesto qué hay que actuar conforme a la ley, soy el más interesado en que se proceda cuando se encuentren casos, sean quienes para indagarlo? ¿De qué le sirve al ciudadano que su gobernador reconozca en el discurso estar dispuesto a proceder contra funcionarios ligados con la delincuencia, pero en los hechos no se aprecie la voluntad política para lograr dicho objetivo? Una cosa es real: la declaración del obispo Salvador Rangel, pegó certera. Porque es una irritante verdad de Perogrullo.
HOJEADAS DE PÁGINAS…El que de plano se lavó las manos, pero mandó un mensaje de vacío de poder, fue el edil priísta de Chilpancingo, Marco Antonio Leyva Mena. Gracias a su reiterada imprudencia verbal, admitió “no meter las manos por ninguno de sus funcionarios ni policías municipales”, ante su posible involucramiento con la delincuencia organizada. Lo cual significa que no mueve un dedo al respecto. Pero sobre todo, que gobierna solo. Aunque la comuna eventualmente, se le pudra.

sean, estén donde estén”. Las dos preguntas inevitables serían: ¿Cómo se va a detectar lo anterior si la FGE no hace nada